Cuando Elcano compartió aventura con Neil Armstrong

noviembre 03, 2020

PUBLICADO EN EL MUNDO (LUIS MARTÍNEZ).


'El viaje más largo', de Manuel H. Martín, reconstruye los viajes alrededor del mundo y a la Luna mezclando las herramientas del documental con la animación.
 
Imaginaba Borges, siempre él, en su cuento El etnógrafo la historia de un hombre de ciencia que después de haber vivido y soñado en el corazón de las tribus del Oeste, tras haber conocido el misterio de sus chamanes, desistía, ante la incomprensión de la Academia, del esfuerzo quizá inútil de explicar lo aprendido. Al contar la experiencia, el secreto se desvanece y con él el sentido propio de lo vivido. «El secreto, por lo demás, no vale lo que valen los caminos que me condujeron a él. Esos caminos hay que andarlos", concluye Borges por boca del científico (o al revés).

Quién sabe si Manuel H. Martín pensó en el héroe triste del argentino cuando se planteó volver a contar la historia mil veces narrada, con o sin aniversario mediante, de Juan Sebastián Elcano, el hombre que hizo exclamar de admiración a la misma Tierra aquello de «Primus circumdedisti me» (Fuiste el primero en darme la vuelta). Esa fue la inscripción de su escudo. El viaje más largo es la película documental que tras proyectarse en la Seminci de Valladolid volverá al cine en el Festival de Sevilla el próximo día 8 a la vez que se estrena, pandemia mediante, en la plataforma Filmin. El hallazgo consiste en que junto a las herramientas habituales del documental, la cinta añade la animación no tanto como simple recurso explicativo, que también, sino como forma expresiva de acercarse lo más posible a una de las experiencias más determinantes, brutales y sobrecogedoras de la historia de la humanidad. «Si uno analiza los datos en bruto de la aventura, sólo puede concluir que aquello fue un fracaso. Volvió un barco de los cinco que zarparon de Sanlúcar de Barrameda; apenas 35 tripulantes quedaron con vida de los 239 que partieron... Y, sin embargo y pese a todo, la gesta queda como un logro colectivo y tremendamente luminoso pese a todas las oscuridades», dice el director, se toma un segundo y añade: «Eso hace la animación. Dar luz y sentido a lo ya conocido».

No es la primera vez que Martín se empeña en algo parecido. Su cinta anterior, '30 años de oscuridad', utilizaba un recurso similar para narrar, a través de las biografía del alcalde de Mijas, la tragedia que durante la Guerra Civil vivieron los denominados topos. Hablamos del documental que guió los pasos de la película La trinchera infinita. «En ese otro caso», comenta el director, «todo era mucho más oscuro. Se trataba exactamente igual de una historia de supervivencia, pero el propio argumento obligaba a los tonos grises». El resultado, lejos de cualquier amago de frivolidad o huero didactismo, consigue acercar de forma tan gráfica como extraña a la experiencia misma, al camino que era obligado andar según el etnógrafo borgiano.
 

'El viaje más largo', por lo demás, no añade ni quita a la historiografía oficial. Todo empieza el 20 de septiembre de 1519 y acaba el 6 de septiembre de 1522. De por medio, la sublevación de Juan de Cartagena a las puertas del Estrecho; la muerte de Magallanesen la batalla de Mactán; la vía de agua de la Trinidad en las Molucas, y, por supuesto, la navegación eterna de la Victoria a través del Índico, por la vuelta de África y rumbo a casa más allá de las Azores. Ni la nave Argos de Jasón. «Hemos descubierto e redondeado toda la redondeza del mundo», dejó escrito el héroe. Y a su lado, en paralelo, otra historia mucho más moderna se cuela en la película que de repente sirve para entenderlo todo aunque sólo sea un poco. La conquista de la Luna en pleno siglo XX dialoga con la de aventura de Elcano. Y lo hace de tú a tú, de miedo a miedo, de pasión a pasión, de intereses geoestratégicos a Guerra Fría.

«El recurso de la animación nos permitía acercar una a la otra, la aventura del siglo XVI a la contemporánea, sin que se sintiera o se viera grieta alguna. Al fin y al cabo, a las dos empresas les une lo que es propio de cualquier gesta iniciada por el ser humano desde siempre: el miedo a lo desconocido y la curiosidad que impele a vencerlo», razona Martín. Y, en efecto, llama la atención lo poco originales que podemos llegar a ser. Si entonces, con el Tratado de Tordesillas como testigo de una paz por fuerza tensa, eran dos potencias mundiales las que rivalizaban (Portugal y España) por dominar el mundo, acabada la Segunda Guerra Mundial, lo mismo. Cambian los protagonistas (ahora son Estados Unidos y la Unión Soviética) y el objetivo (ahora es el espacio exterior), pero el resto es la misma contradicción. El viaje más largo se empeña en demostrar y hacer ver la absurda paradoja de una rivalidad que a la vez que anima a la competencia, limita las posibilidades de éxito por ese ridículo empeño de la guerra. Y así.

«Imagino», sigue el director, «que lo que nos mueve siempre es la supervivencia. Entonces y ahora que vivimos contra una pandemia. También éste es un viaje a lo desconocido. De nuestra capacidad de aprender del pasado, depende lo que pase en el futuro". Sea como sea, y por volver al principio, ese camino hay que andarlo.
 

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